
En la noche de Halloween de 1938, los radioyentes de la CBS pasaban una agradable velada con la música de Ramón Raquello y su orquesta, de repente interrumpió el programa una noticia de última hora: los marcianos estaban invadiendo la Tierra. Ante este hecho, numerosas llamadas colapsaron las centralitas de las emisoras y de las comisarías de policía, mientras miles de personas optaron por escapar y alejarse de los extraterrestres. No obstante, las noticias de la invasión eran falsas, pues se trataba de un guión radiofónico de la obra de HG Wells, La guerra de los mundos, teatralizada por Orson Welles y el Mercury Theatre.
Aunque no se sabe con exactitud qué número de norteamericanos se alarmó con el informativo (la audiencia se situaba entre los 1,2 millones y los 1,7 millones), la mayoría de ellos creyeron en la radio. Acostumbrada a las interrupciones de los programas para escuchar el boletín especial de guerra, la sociedad no sospechó que ese inciso en el programa de música se trataba de una broma de Halloween, los radioyentes creyeron con firmeza que los marcianos invadían la Tierra. ¿Por qué los iba a engañar un medio que les había informado objetivamente durante la guerra?
Sin embargo, la invasión marciana era una argucia de Orson Welles, formaba parte del guión de La guerra de los mundos. El joven actor de 23 años creyó conveniente acercar la historia a los norteamericanos. En vez de situarla en la Inglaterra victoriana, se eligió al azar el lugar donde aterrizaría el primer cilindro en el que viajaban los marcianos: Grover Mills (New Jersey). Se eligieron localidades y ciudades existentes en EE.UU que los marcianos irían tomando a medida que avanzaba la historia.
Para hacerla más atractiva al radioyente, se utilizó el formato de un informativo, por tanto, se desechó la narración en primera persona que se utiliza en el libro. Por esta razón, un boletín especial interrumpía el programa de música que se estaba emitiendo, pero el guión no se limitaba al informativo, sino que incluía entrevistas: al profesor Pierson, interpretado por Orson Welles; al Secretario del Interior, quien avisaba a la población de "la urgente necesidad de conservar la calma", a los artilleros y a las personas anónimas, testigos del avance de los marcianos; además, incluyeron reportajes sobre el cilindro en el que viajaban los extraterrestres y las intervenciones del locutor desde la azotea del edificio de la radio en Nueva York. Detalles que proporcionaban verosimilitud a los hechos.

Conocedor de los diferentes recursos de la radio, Welles sabía que para dar veracidad debía utilizar unos efectos sonoros que describiesen, acompañasen o compusieran por sí mismos la historia: desde un primer momentos se oyen los murmullos de los curiosos que se acercan a observar el cilindro, los gritos de los policías que piden orden, el sonido de los himnos en la catedral, el rugido de los aviones que sobrevuelan las naves de los marcianos, el movimiento del ejército... El radioyente al escucharlos imaginaba qué ocurría y gracias a ello supo que los marcianos iban tomando EE.UU. La semilla estaba germinando y dio su fruto: el pánico.
La historia accesible y entretenida que escribieron los guionistas se convirtió en una pesadilla para los oyentes de la CBS, pesadilla apropiada para una noche de Halloween.
Extraído de las páginas de War of the WorldsPara escuchar la versión de Orson Welles pincha aquí
Para escuchar la versión que se realizó en Radio3 por su 70 aniversario pincha aquí